Eslinda Nuñez (Elenita Ruiz) y Enrique Molina (Larry Po)
Eslinda Nuñez (Elenita Ruiz) y Enrique Molina (Larry Po)

Por Helen Hernández Hormilla

Ha sido Lucía (1968), Amada (1983), la Isabel Ilincheta de Cecilia (1981). Su mirada introspectiva, el gesto lánguido o colérico y el porte con que pasa de la jovencita intrépida a la mujer de carácter han dado vida a personajes icónicos del séptimo arte en Cuba. Pero Eslinda Núñez, Premio Nacional de Cine 2011, no se complace con el éxito pasado y sigue albergando ilusiones en su carrera. Ante cada nuevo rol conserva el entusiasmo y la profundidad interpretativa de sus primeras incursiones. Siempre que se le convide a un guion interesante está dispuesta a explotar las destrezas histriónicas sostenidas por décadas de trabajo en el cine, la televisión y el teatro.

En esa experiencia se afincó Gerardo Chijona al incluirla en el reparto de su más reciente película, Esther en alguna parte. Aunque el personaje tiene pocas escenas en la cinta, es una de las presencias definitorias para el argumento, centrado en la amistad entre Lino Catalá y Arístides Antúnez, interpretados por Reinaldo Miravalles y Enrique Molina respectivamente. Ambos se encuentran frente a la tumba de Maruja Sánchez, la esposa de Lino, y en ese momento el anciano descubre que la mujer con la cual compartió la vida por más de 30 años llevaba una doble vida como cantante de boleros.

Si ver a Eslinda Núñez cantando a Silvio Rodríguez en la película Y sin embargo (2012), de Rudy Mora, pudiera parecer intrepidez, en este caso también el espectáculo y la música definen al personaje, especie de tributo a la canción cubana y a la bohemia. Aunque no es su voz con la que canta Elenita Ruiz mientras transcurren las escenas del filme, la actriz logra captar el espíritu altanero de esta diva de la canción y antigua amiga de Maruja, quien revela a Lino parte de la personalidad de su camaleónica viuda.

“Chijona me ofreció un pequeño personaje dentro de la película, algo que me ilusionó porque desde hacía tiempo me interesaba trabajar con él —explica—. Luego, la posibilidad de trabajar en una película basada en una novela de Lichi Diego me llenó de ternura, de recuerdos. El reparto era de actores muy talentosos, desde Enrique Molina, Reinaldo Miravalles, Daysi Granados, Verónica Lynn, Alicia Bustamente, Paula Alí, en fin, todos grandes. Cuando finalmente la vi en pantalla me sentí muy contenta porque es una película en su justa medida, que no se quedó por debajo de lo que se propuso. La historia es hermosa, habla sobre la amistad, el amor, los sueños, y todo eso tiene mucho que ver con nuestra vida cotidiana”.

El filme marca el regreso al cine nacional de Reinaldo Miravalles, una cátedra de la actuación cubana, cuando alcanza ya las nueve décadas de vida. Con él y Molina compartió Núñez su participación en la cinta, lo cual le resultó enriquecedor. “Miravalles es muy admirado por todo el pueblo de Cuba y es un maestro en su profesión. Desde el primer encuentro en que nos reunimos a conversar sobre el guion nos comunicamos muy bien. Él es un actor que siempre he admirado y que conocía porque había trabajado con mi esposo Manolo Herrera en televisión y en películas en que fue asistente de dirección. Sin embargo, nunca habíamos coincidido  y logramos una buena relación, amigable y de colaboración, casi divertida.

“Con Molina había trabajado en un cuento de Consuelo Ramírez y nos une desde hace tiempo la amistad. Compartir con él fue bueno porque es un actor que colabora mucho con el partenaire. En general se creó un equipo muy fuerte en la película, todo el mundo estaba en su lugar haciendo lo que debía. No se perdió tiempo, había una atmósfera de trabajo muy agradable y eso me tenía descansada. Chijona es un director minimalista, de detalles, que conversa mucho con el actor. Está muy cuidada además la escenografía, el vestuario, la fotografía que me parece excelente. Además, intervienen una serie de actores de experiencia que pocas veces tenemos la posibilidad de trabajar juntos en el cine cubano”.

Elenita Ruiz evoca a las cantantes legendarias de la música cubana del espacio del filin y el bolero, pero para Núñez no supone solo un homenaje a la bohemia habanera de los 60 y 70, sino a la vida y obra de las personas que existían en ese momento. “Es un personaje interesante, una mujer que viene de Pinar del Río con vocación de cantante, que triunfa y, en un momento de la historia, se encuentra con alguien de su pasado que le hace recordar situaciones agradables y otras menos. La conversación con Lino le hace valorar su pasado y a la gente que conoció, y a él lo ayuda a conformar la imagen oculta de Maruja, a enfrentarse con esa parte de la vida desconocida para él”.

Aunque fue Beatriz Márquez quien terminó interpretando la canción que se le escucha al personaje de Eslinda, en un primer momento se concibió que fuera ella misma la cantante. “En Y sin embargo Rudy Mora, que siempre me plantea retos, me pidió cantar una canción de Silvio y lo hice muy contenta. Esta vez Chijona también me propuso hacerlo, pero en los días de la grabación tenía el compromiso de un homenaje que me realizaron en Nueva York y quedamos en que pusieran a otra persona a doblar. Cuando llegué me dijeron que había sido Beatriz Márquez, La Musicalísima. Claro, Elenita Ruiz debía cantar muy bien porque había triunfado, pero me hubiera gustado haber hecho mi esfuerzo, aunque me sentí feliz porque Beatriz lo hizo muy bien y se logra un equilibrio en el personaje”.

Para el amor y los sueños no importa el momento de la vida según trasciende en la fábula del filme. Sus protagonistas, en la llamada tercera edad, se esfuerzan en reconstruir las motivaciones de su existencia. La temática abordada es una de las virtudes que Esther en alguna parte regala al cine cubano, donde por lo general abundan conflictos cotidianos centrados en las generaciones recientes. “Casi siempre estamos pendientes de la gente joven, de lo que surge, pero también es hermoso mirar a las personas de edad avanzada porque tienen grandes experiencias, ideas que también son novedosas —espeta Núñez—. Hay algunos con la personalidad más apagada y otros más pícaros, como el personaje de Molina; pero lo relevante es saber cómo se entremezclan todas esas vidas.

“Para el cine cubano es trascendental haber realizado esta película, porque se abre a las temáticas de esas generaciones, que también necesitan ver su mundo reflejado y transmitir sus experiencias; dar a conocer temas que quizá los más jóvenes no han escuchado más que por la abuela, por un tío o un libro”.

Realizar una película sobre la tercera edad resulta para Eslinda un paso coherente con lo que se viene haciendo en el cine cubano de los últimos años. Otras como Boleto al paraíso, de Gerardo Chijona, o El ojo del canario, de Fernando Pérez, anunciaban una apertura temática, de estilos y géneros cinematográficos, lo cual a su juicio enriquece el desarrollo del séptimo arte. “Lo más importante es que están realizadas por cineastas de diferentes generaciones. Necesitamos hacer películas para ampliar nuestras posibilidades, y que sean películas de calidad”.

La llegada del cine independiente ha propiciado el escenario para ese desarrollo y enriquecimiento. “Ha sido un proceso lógico con el devenir de los años, la democratización de los medios y la posibilidad de usar cámaras y equipos muy fáciles de llevar, lo mismo para un hombre que para una mujer. Eso ha hecho que las nuevas generaciones puedan participar en el cine sin estar en la industria. Todo va en función de hacer un mejor cine, más audaz y activo, que busque aristas nuevas; que se realice lo mismo en La Habana que en Santiago de Cuba o Camagüey; que aparezcan actores de cualquier provincia. Esa es la única forma de mejorar. El cine independiente tiene muchas virtudes. Los jóvenes vienen con ideas frescas y dinámicas, sobre todo en la forma de producción, que tiene mucho que enseñarnos. Ellos hacen películas con menos presupuesto, equipos y personal”.

A Eslinda no le gusta hablar de sus proyectos, pero adelantó que piensa trabajar en una película. Cantar y bailar, como en los tiempos que se estrenaba como actriz en el teatro musical, tampoco es una posibilidad descartada. “Toda la vida me he estado entrenando para lo que pueda suceder y a lo mejor todavía puedo aparecer en una comedia musical. Siempre que me ha tocado un trabajo complejo me atrevo a hacerlo. Tengo muchas ilusiones y pienso que el mejor personaje está por llegar. Aunque sea pequeño trato de sacarle el máximo, como en este caso”.

Fuente: La Jiribilla. Revista de Cultura Cubana. Edición Nro. 617 (2 de marzo al 8 de marzo de 2013)